En Santander el proceso de DDR, siendo un importante eslabón en la
estructuración de actuales y futuros procesos de paz, es bastante desconocido y
hay escasa complementariedad institucional de apoyo. Por ello es muy importante analizar y generar
espacios de encuentro y reflexión sobre los logros y avances de las políticas
de DDR, que permita generar un ambiente plural y de amplio espectro social y
político en la tarea de proponer ajustes y compromisos en políticas públicas
que contribuyan a cualificar y mejorar los procesos de desarme, desmovilización
y reintegración, en la región y en el país.
Apoyo
a la promoción de alianzas institucionales que fortalezcan procesos de paz y
reintegración en el departamento de Santander.
"O
caminamos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos".
Benjamín
Franklin.
Desarme-Desmovilización-Reintegración:
Un
eslabón para la Paz
La
existencia y persistencia prolongada del conflicto armado interno en nuestro país,
denota una situación grave de desencuentro y violencia que no ha sido posible
resolver por las vías democráticas, en los espacios diversos del debate público,
de la participación ciudadana y los acuerdos políticos, jurídicos y
procedimientos legales, los cuales son formalmente referentes en la
Constitución, como carta de consenso y convivencia pacífica.
En el
inicio del siglo XXI, la fórmula emergente para solucionar el problema de
acabar los grupos guerrilleros fue la política de seguridad democrática, con un
gran despliegue de modernización del aparato militar y crecimiento de las
fuerzas armadas, al tiempo de un inusitado auge del paramilitarismo. Pero la
solución no apareció y el conflicto continúa.
Un
conflicto de perdedores, en el cual se han sacrificado ingentes recursos,
hombres y mujeres, comunidades, tejidos sociales, a un costo muy alto, sin
resultados favorables para nadie. Un período de mucha violencia y odios, de
guerra sucia, millones de desplazados, exterminio de organizaciones y persecución
contra organizaciones civiles y comunitarias señaladas de ser auxiliadores de
las guerrillas. Entre tanto la comunidad
internacional ha estado conmovida y solidaria con la profunda crisis
humanitaria derivada del conflicto armado. Miles de víctimas y familias
destrozadas, intimidaciones, violaciones de derechos humanos, inseguridad
generalizada, en una espiral que no para de afectar cada día a otros y otras. La
esperanza es que esta situación tenga solución más temprano que tarde.
El
desafío está en la superación del alto índice de desconfianza que refleja por
un lado la indiferencia ciudadana y por
otro, la ausencia de voluntad política para encontrar el camino de los diálogos
de paz; Se requieren decisiones de parar la guerra, que permiten animar la
expectativa de superar los fallos de la ley 975 de justicia y paz, la incompleta
desmovilización paramilitar y la implementación de la ley 1448 de reparación de
víctimas y restitución de tierras.
¿Y la
paz…cuándo y cómo?
La paz es
hoy un tema de actualidad para todos los sectores de opinión política y social,
las iglesias, los partidos, las organizaciones sociales, el gobierno nacional,
y en general todos los colombianos, incluidos los grupos armados ilegales, los
combatientes de las guerrillas y de miembros de los grupos armados
paramilitares, bandas criminales –bacrim, y desde luego los miembros de las Fuerzas
Armadas y de Policía.
Pero ¿Cuál
es el lugar que se les asigna en la sociedad a los desmovilizados de la guerra,
luego de dejar las armas? Otras pregunta
muy poco atendidas por los distintos actores y sectores: ¿Cual podrá ser la
suerte, o el papel y destino de los excombatientes que salen de la guerra y
aspiran a reconciliarse con ellos mismos, con sus familias y comunidades, con
el país y la sociedad? ¿Que ha pensado ofrecer la sociedad colombiana en este
posible y potencial reencuentro hacia la reconciliación?
La
estigmatización, la desconfianza, la exclusión, son las actitudes más comunes
que han vivido los desmovilizados de diferentes grupos armados que regresan de
la guerra e intentan reconstruir sus procesos de vida familiar, laboral y
comunitaria; muchas veces han encontrado una sociedad de espaldas que los
empuja a condiciones de vulnerabilidad y de reincidencia.
Por eso
es importante promover espacios de reflexión e investigación, entre
diversos esfuerzos que se adelantan en
Santander en la política conocida como de REINTEGRACIÓN de desmovilizados de
los grupos armados guerrilleros y paramilitares, desde un enfoque de DDR para
la paz y la reconciliación.
En este
sentido, otra línea de interés público, es el conocimiento de los impactos
logrados por los procesos de DDR en relación con los objetivos de un genuino
proceso de paz y reconciliación. A la vez que hacer visible y pública, como
parte de los derechos de las víctimas del conflicto, la verdad, la justicia, la
reparación y las garantías de no repetición.
Un
compromiso con un país en paz convoca la voluntad política de todos los actores
de nuestra sociedad dada la oportunidad
de construir y ofrecer un proceso de DDR exitoso. La tarea es ahora y con todas y todos para
poder contribuir a hacer cierta una paz sostenible en el país.
Bucaramanga, Marzo 1 de 2012.
Los procesos de DDR
reclaman una nueva política institucional
hacia la paz duradera y sostenible
Nuevamente
aparecen en el escenario nacional los vientos que llevan y traen mensajes de
diálogos de paz a la sociedad colombiana. La encrucijada entre la guerra y la
paz convoca a la reflexión inteligente de las instituciones colombianas y a la
sociedad civil en este abordaje en perspectiva de contribuir al desafío de
construir la paz anhelada y lograr parar el sufrimiento de la violencia
fratricida que está presente desde hace 5 décadas.
En
el proceso histórico se ha registrado en las últimas décadas procesos de
desarme, desmovilización y reintegración de los excombatientes -DDR- a la vida
civil, de diversos grupos armados[1],
de guerrillas y autodefensas mediante negociaciones y acuerdos colectivos. Por
otra parte el estado ha promovido la desmovilización individual de miembros de
grupos guerrilleros. Las estadísticas oficiales reportan en estos procesos,
desde período 2002 a 2012, a 31.810 personas desmovilizadas de manera colectiva
y 22.507 desmovilizaciones individuales.
Un
vacío en los marcos teóricos de estas experiencias construidas, está en las
preguntas por las transformaciones políticas, sociales o económicas que suponen
el reconocimiento de las causas del conflicto y su perspectiva de
reconciliación y no repetición. Así, a
pesar de los esfuerzos, el conflicto continúa poniendo en discusión la eficacia
del proceso DDR como eslabón hacia paz y la reconciliación.
A
lo largo de estos procesos, resultado de sus aciertos y errores y también de
las experiencias en otros países, el Estado colombiano ha construido una
institucionalidad, una normatividad jurídica y una política para los procesos
de DDR, pero que evidencian insuficiencia frente al desafío de la paz y la
convivencia pacífica nacional y regional.
En
el 2001 se crea el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado (PAHD) en
el Ministerio de Defensa, para coordinar las primeras fases del proceso de
desmovilización individual de adultos y la desvinculación individual de menores
de edad. En Febrero del 2003 se transforma la Dirección General para la
Reintegración –DGR- en el Programa para la Reincorporación a la Vida Civil de
personas y grupos alzados en armas (PRVC) adscrito al Ministerio del Interior y
de Justicia.
En
septiembre del 2006 se crea la Alta Consejería Presidencial para la
Reintegración Social y Económica de personas y grupos alzados en armas y en el
2011 se transforma en la Agencia Colombiana para la Reintegración Social y
Económica.
Esta
política de DDR no ocupa un lugar destacado en el entramado interinstitucional
que demuestre la prioridad y la voluntad política en la construcción de paz;
tampoco en las agendas de los partidos políticos y movimientos ciudadanos de
paz. Una característica importante de la política DDR en Colombia, es que se ha
construido e implementando en medio de la continuidad del conflicto armado
interno, factor que complejiza aún más los procesos de reintegración a la vida
civil.
La
Agencia Colombiana para la Reintegración –ACR- es la encargada de diseñar,
ejecutar y evaluar la política de Estado dirigida a la reintegración social y
económica de las personas o grupos armados al margen de la ley, que se
desmovilizan voluntariamente de manera individual o colectiva.
Más
allá del objetivo principal de la Política de Reintegración de recuperar
social, comunitaria y económicamente a las personas que se desmovilizan de los
GAI (grupos armados ilegales) en forma individual o colectiva, la política de
DDR tiene el reto de promover las
condiciones en la sociedad para la reconciliación y la participación activa de
toda la sociedad, incluidas los movimientos sociales y comunitarios, las
víctimas, los excombatientes, las instituciones públicas, los gremios
económicos, etc., en la perspectiva de constituirse en instrumento para la construcción
de paz y en una estrategia importante para evitar la repetición de nuevos
levantamientos armados.
Es
importante señalar que en la política de DDR los excombatientes tienen derecho
a rehacer sus proyectos de vida en la civilidad, a ser respetados como actores
de la paz y la no violencia desde el compromiso asumido, de trabajar por un
país en paz y con espacios para la vida en comunidad. Este es un asunto poco
reconocido por el conjunto social; se aprecia múltiples prevenciones y
desconfianzas que son necesarias de superar.
En
tal sentido la reintegración comunitaria como estrategia de la reintegración
deberá orientarse a promover en desmovilizados (as) y en las comunidades
capacidades de liderazgo y de ejercicio de ciudadanía, en un marco de legalidad
y civilidad, promoviendo escenarios de resolución no violenta de conflictos, de
respeto de los derechos humanos y cultura democrática que contribuyen a la
construcción de convivencia y reconciliación, mediante procesos de formación
ciudadana, apoyo a iniciativas ciudadanas de convivencia, el desarrollo de
acciones simbólicas y el apoyo a proyectos comunitarios que resuelvan problemas
de las comunidades. Procesos que buscan fortalecer las confianzas y cooperación
entre desmovilizados, comunidades y autoridades locales.
Otro
componente importante de la Política de reintegración es su proceso de
regionalización, adecuación de la política a los contextos y dinámicas
regionales, construcción de agendas públicas para la reintegración, el fortalecimiento
de la institucionalidad regional para la reintegración incluyéndola en los
planes de desarrollo municipales y departamentales, vinculando entidades e
instituciones locales a la implementación de proyectos, estableciendo espacios de
coordinación interinstitucional y alianzas para la paz.
[1] En la década de los 90`s y la primera década del siglo XXI, se
adelantaron procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración con el M-19; Esperanza, Paz y Libertad;
Partido Revolucionario de los Trabajadores; Quintín Lame; Corriente de
Renovación Socialista; Milicias
Populares y el Movimiento Independiente y revolucionario-comandos armados; el
sometimiento a la justicia y la desmovilización parcial de las Autodefensas
Campesinas del Magdalena Medio y los paramilitares de Carlos Castaño, y también
se presentaron desvinculaciones individuales de los grupos armados.
“El sueño de la paz de este
país
necesita de trasfondo
completar el ciclo de
acuerdos de paz
con todos los grupos armados
ilegales”
Alvaro Villarraga
Desde
hace décadas Colombia intenta poner fin al conflicto armado, uno de los más
largos en la historia del mundo. En ese esfuerzo los procesos de desarme,
desmovilización, reintegración y reconciliación – DDRR- son un paso decisivo,
aunque no único, para establecer la paz.
A esta conclusión llega Alvaro Villarraga, director de la Fundación
Cultura Democrática, quien hasta diciembre de 2011 hizo parte de la Comisión
Nacional de Reintegración y Reconciliación[1],
particularmente haciendo seguimiento al proceso DDRR de las Auc.
El
proyecto “Apoyo a la construcción de alianzas institucionales que fortalezcan
procesos de paz y reintegración en el departamento de Santander”, auspiciado
por la Secretaría del Interior de la Gobernación y ejecutado por la Corporación
Compromiso, habló con Villarraga sobre la paz, la desmovilización y la
reintegración.
¿Están los sueños de paz
de este país relacionados con los proceso de desarme, desmovilización y
reincorporación, DDR, a la vida civil de los hombre y las mujeres que deciden
abandonar la guerra?
El
sueño de la paz de este país de retornar a una sociedad más igualitaria y sin
esos intensos conflictos que nos llevan hasta la violencia desde luego tienen
relación con el DDR. Pero sería insuficiente. Aunque sin duda es una de las
piezas importantes en un proceso de paz. El sueño de la paz de este país
necesita de trasfondo completar el ciclo de acuerdos de paz, ojalá eso incluya
a las guerrillas de las Farc y el Eln, pero completar también los procesos de retorno a la vida civil y de
superación de los grupos ilegales con relación a la pervivencia de rezagos del
paramilitarismo y otros grupos armados ilegales.
¿Usted cree que este
país está preparado para acoger a los hombres y mujeres que deciden dejar la
guerra y retornar a la civilidad?
Hay
dos asuntos relacionados. Que si ¿está el país preparado para acoger a los
desmovilizados? En general yo creo que sí. Hay política pública, hay leyes,
decretos, instrumentos, experiencias, algunas válidas otras por mejorar como en
el tema de la empleabilidad, las alternativas productivas o en el seguimiento
más directo y en el sitio para la prevención del rearme. Pero por otro lado
esto se relaciona con un reto mayor más allá del ddr: superar las causas del
conflicto, es decir las circunstancias de extrema pobreza, la inequidad, la
arbitrariedad, la violencia. No basta un
buen retorno de los desmovilizados, es necesario ir más de fondo y tratar
asuntos estructurales: superar la economía del narcotráfico, el predominio de
la ilegalidad, la pervivencia de otros grupos armados ilegales. Si no se da un cierre conjunto de todos estos
aspectos se pueden retroalimentar y reaparecer experiencias de violencia y de
grupos armados.
El último informe de la
CNRR mostró que tasa de reincidencia en el delito de los desmovilizados es de
17%, este es un porcentaje bastante alto en acuerdo con los estándares
internacionales en relación con otros conflictos armados, pero ¿Dónde se pueden
buscar las causas de esta situación que preocupa?
Entre
muchas causas quisiera destacar tres. Uno: la parcialidad del proceso con las
Auc. Si bien la desmovilización de las Auc se dio en un número importante no
fueron todos; algunas partes de las estructuras de frentes o bloques quedaron
activas, incluso se sabe que hubo estructuras completas de paramilitares que no
se desmovilizaron. Mientras haya esta ambivalencia va a haber una condición
previa para que vía presión o vía ofrecimientos económicos hagan que parte de
los desmovilizados se rearmen o retornen al delito. Dos: la lucha entre la
legalidad y la ilegalidad, como lucha entre las apuestas institucionales
constructivas y las que ofrece por ejemplo el narcotráfico, u otras economías
ilegales, al desmovilizado. Tres: uno de los defectos que han tenido los
procesos de paz en Colombia es que se ha tratado de procesos de paz parciales,
y esto lleva a que se reproduzcan algunos ciclos. Por ejemplo, se desmovilizan
unas guerrillas y otras permanecen, se desmovilizan unos paramilitares y otros
permanecen y esto da lugar a casos preocupantes que hemos visto de cómo algunas
personas han circulado de un grupo a otro al menos por tres veces de este tipo
de ciclos. Es necesario que se traten y cierren todos los ciclos y los grupos o
expresiones armadas de manera simultánea, para prevenir el rearme.
¿Qué mejorarían los
procesos de desmovilización, desarme y reincorporación- DDR-?
Los
procesos ddr mejorarían si se relacionan con una política de paz coherente.
Política que actualmente no existe. El presidente Santos ha hecho declaraciones
favorables a la paz y ha dicho que podría facilitar las condiciones para
conversar con las guerrillas y llevar a cabo unos acuerdos de paz. Pero lo que
se necesita es recuperar, reconstruir o diseñar una política de paz, no solo
para hablar o resolver el problema con las guerrillas, que es parte del tema.
Sino para superar los factores y las causas de la violencia vía crear políticas
públicas, vía reformas sociales, vía medidas de seguridad, vía cerrarle piso y
posibilidades a la ilegalidad, vía revisar y mejorar políticas frente al
narcotráfico para que sean más eficaces. En resumen el DDR necesita un ambiente
más favorable con todos los asuntos antes mencionados.
[1] De acuerdo
a la ley de Justicia y Paz fue creada en 2005 la Comisión Nacional de Reintegración
y Reconciliación, entre cuyas funciones estuvo (hasta su cierre en diciembre de
2011) la de: “hacer seguimiento y verificación a los procesos de
reincorporación y a la labor de las autoridades locales a fin de garantizar la
desmovilización plena de los miembros de grupos armados organizados al margen
de la ley, y el cabal funcionamiento de las instituciones en esos territorios”.
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