Boletìn
electrònico DDR No.6
Ildefonso Henao,
coordinador del Programa de Atención al Desmovilizado en Bogotá
“Enlazar
la reintegración con la reconciliación, necesita un fuerte componente
pedagógico”
La
reconciliación es una práctica que hay que aprender, enseñar e insistir sobre
ella, como un esfuerzo de los individuos pero también de la sociedad, afirma
Ildefonso Henao, en ponencia presentada al Foro Regional de Construcción de
Alianzas para la Paz, realizado en Bucaramanga y Barrancabermeja el 20 y 22 de
junio respectivamente.
Agrega
Henao al respecto de la reconciliación, compartiendo su experiencia al frente
del Programa de Atención al Desmovilizado, de la Alcaldía de Bogotá, que “donde
hemos desarrollado un ejercicio de pedagogía de paz con mayor impacto es en los
conversatorios testimoniales para la prevención del uso de formas violentas y
la resolución de conflictos, donde desmovilizados de derecha e izquierda y
víctimas, hablan desde sus vivencias en el conflicto a jóvenes estudiantes de
secundaria y universitarios logrando un doble resultado transformador: hacia el
público, logrando que cambien la percepción de la reincorporación y del
conflicto; y de los que dan el testimonio, ya que el ejercicio pedagógico les
afianza la perspectiva de reconciliación”.
A continuación publicamos la ponencia.
La reintegración en perspectivas de reconciliación:
experiencia del Programa de Atención al
Proceso de Desmovilización y
Reintegración en Bogotá
(Ponencia al Foro Regional la Promoción de Alianzas
Institucionales para la Paz)
Primero creo que es necesario tener presente el contexto en el que
desarrollamos nuestros procesos de reintegración, atendiendo la realidad
compleja y difícil de comprender nuestro país:
Persistencia del conflicto armado con reiteradas manifestaciones de
interés en buscarle una salida negociada, por parte del gobierno nacional e
igualmente por parte de las FARC y el ELN, pero con posiciones contrarias de
sectores de extrema derecha que siguen apostándole a la derrota de éstas.
Presencia de poderes ilegales y delincuenciales que
siguen ejerciendo presión sobre los desmovilizados afectando los procesos de
reintegración; desde el programa distrital hemos constado dicha situación
mediante una caracterización realizada a
desmovilizados en la ruta de intermediación laboral que al momento se ha
aplicado a 192. Los encuestados reportan que saben de 50 casos (equivalente a
un 26%) que en los últimos dos meses han sido invitados en un intento de
reclutamiento por parte de los GAIL, y 35 (equivalente a un 18%) han sido
invitados a participar en actividades delincuenciales.
Igualmente constatamos que se les sigue realizando
invitación a los reincorporados a participar en operativos con el Ejército
Nacional; manifestaciones aún de la concepción de estrategia de guerra contra
la insurgencia propuesto desde la creación del programa de desmovilización,
cuando era ministra de Defensa Martha Lucía Ramírez, lastre para un proceso de
reintegración con base en la reconciliación, que la Presidencia debe superar.
Por otra parte, a pesar de que somos un país con
ingreso per cápita medio, $US 8.540 según el último Índice de Desarrollo Humano
de la ONU, una infraestructura productiva y cultural importante, esta riqueza
no se distribuye al grueso de la sociedad, somos el tercer país más desigual
del mundo según el mismo Informe, solo superado por Haití y Angola, y el
primero en distribución desigual de tierras.
Para la materialización de un programa de desarme,
desmovilización y reintegración –DDR- en perspectiva de reconciliación, en
materia de normas internacionales y nacionales, contamos con las definiciones
de la ONU, reafirmada por el CONPES 3554 “la Reintegración debe ser diseñada y
ejecutada como parte integral y complementaria a las estrategias de
consolidación de la paz, seguridad y desarrollo económico”; se logra una mayor
precisión en la ley de víctimas en su decreto reglamentario 4800, “cimentar un
proceso de reconciliación nacional sobre bases de equidad e inclusión social,
entendiendo que la reconciliación es un proceso que tiene por objeto favorecer
la construcción de escenarios de convivencia pacífica entre las víctimas, la
sociedad civil, el estado y los desmovilizados, a través de la profundización
de la noción de participación conjunta y mediante la reconstrucción del tejido
social”.
De allí que los programas de Reintegración se deben
plantear el reto de adecuarse y responder a las dificultades del país,
expuestas anteriormente, y cerrar el retorno al conflicto armado y a la
ilegalidad de los desmovilizados, ayudar a superar la discriminación de éstos,
contribuir a enfrentar la desigualdad, aportar a la reconstrucción del tejido
social, influir en mejorar la confianza entre los colombianos, para así ayudar
a mirar el futuro de Colombia.
Proponemos que se debe trabajaren dos perspectivas:
de un lado los procesos de atención directa a los desmovilizados, procurando
mejorar los métodos de inclusión social, que el excombatiente se logre re –
conciliar en la sociedad; y por otro trabajar por comprometer la sociedad en
los procesos de reintegración, dado que la diada conflicto armado y problemas
estructurales son al mismo tiempo causa y consecuencia entre sí. La
reintegración en perspectiva de reconciliación requiere del compromiso de la
sociedad, ya que si se dejan solas a las entidades públicas encargadas de la
atención, Agencia Colombiana para la Reintegración –ACR-, Programa de Atención
al Proceso de Desmovilización y Reintegración en Bogotá –PAPDRB-, no se romperá
dicha diada de manera permanente.
En ese sentido quiero felicitar a los organizadores
del foro por el acierto de plantear, de manera integrada, la reintegración en
perspectiva de reconciliación y paz junto con alianzas institucionales. La
experiencia nos ha enseñado que el proceso de reintegración no puede plantearse
a plazos cortoplacistas sino que necesita ese amplio horizonte de la
reconciliación y la paz como fin.
Pero para enlazar la reintegración con la
reconciliación, se necesita un fuerte componente pedagógico. Hemos aprendido
que la reconciliación es una práctica que hay que aprender, enseñar, insistir
sobre ella tanto como esfuerzo hacia los individuos y hacia la sociedad. Quiero
recordar los altos niveles de desconfianza y estigmatización cuando buscamos el
apoyo institucional para nuestros procesos, o el que solo el 13% de los
empresarios del país daría empleo a desmovilizados en 2011.
En
el Programa de Reincorporación de Bogotá se ha trabajado como elemento central
la pedagogía de convivencia y paz. La definimos como un ejercicio de
reconciliación, entendida como el conjunto de sensibilidades, conocimientos y prácticas
que permiten que una sociedad aborde sus conflictos de una manera no violenta.
Se contemplan diversas
actividades: construcción de paz a través de la formación artística
con niños y jóvenes familiares de desmovilizados; educación para la paz y la
convivencia en los centros educativos donde estudian los desmovilizados;
carnavales por la vida, la paz y la
convivencia donde los excombatientes interactúan con amplios sectores sociales.
Pero donde hemos
desarrollado un ejercicio de pedagogía de paz con mayor impacto es en los
conversatorios testimoniales para la prevención del uso de formas violentas y
la resolución de conflictos, donde desmovilizados de derecha e izquierda y
víctimas, hablan desde sus vivencias en el conflicto a jóvenes estudiantes de
secundaria y universitarios logrando un doble resultado transformador: hacia el
público, logrando que cambien la percepción de la reincorporación y del
conflicto; y de los que dan el testimonio, ya que el ejercicio pedagógico les
afianza la perspectiva de reconciliación.
Lo pedagógico lo
consideramos como un eje transversal, inclusive en el trabajo territorial: conformación
y/o fortalecimiento a organizaciones mixtas; fortalecimiento de comunidades de
acogida; mejoramiento de las condiciones de vida; apoyo a los procesos sociales
donde se involucran los desmovilizados.
Entendemos, entonces que, la inclusión social es primordialmente el
ejercicio pleno y responsable de la ciudadanía, y esta se vive en la
interacción dinámica con la sociedad.
Este esfuerzo se complementa con la realización de gestiones
institucionales en lo local para buscar apoyo a los procesos de reintegración;
se impulsan diversos procesos de participación de los desmovilizados tales como
en el Plan de Distrital de Desarrollo, Planes de Desarrollo Local, Presupuestos
Participativos, espacios sociales e institucionales. Otro esfuerzo, con
intencionalidad pedagógica, que desarrolla el Programa Distrital, corresponde a
actividades de visibilización y sensibilización buscando llevar los temas de la
reintegración al grueso de la sociedad.
La inclusión social de
excombatientes es un tema que aún necesitamos seguir consolidando, por eso nos
gusta hablar de construcción de modelo de atención, que para nuestro Programa
denominamos “Modelo Diferenciado, Pedagógico y Polifónico”. Considero que los
procesos de reintegración necesitan tanto resultados puntuales de atención de
tipo humanitaria (salud física, mental y espiritual, educación, trabajo,
recreación, participación política y
social, y un largo etc.,), además, cuidar la forma y el método que se aplica en
el proceso de atención. Lo que en últimas define si se hace un buen proceso de
atención es el agregado pedagógico y sicosocial que se logre transmitir a los
desmovilizados, sus familias, las comunidades donde se asientan y a la
sociedad. Son diversos los temas de interés que también se deben tener en
cuenta dentro de un proceso de reintegración, tales como: superación de la
estigmatización, el desconocimiento, la discriminación, de las actitudes
excluyentes sobre los excombatientes y el proceso de reintegración; contribuir
en el fortalecimiento de la democracia, en la creación de tejido social, el
desarrollo de sujeto político y de la autonomía, entre otros conceptos. Igual estos
conceptos los podríamos resumir como reincorporación en clave de
reconciliación.
Quiero mostrar otro ejemplo de la trascendencia que
le damos al contenido pedagógico, con nuestro ejercicio en el área de
productividad: lo aplicamos con las rutas de emprendimiento donde aplicamos un
modelo que trabaja con la familia del desmovilizado, valoramos las competencias
productivas que han construido en su núcleo familiar, realizamos una atención
diferenciada acorde con las necesidades concretas, de los emprendedores,
priorizando el desarrollo de capacidades humanas, acompañándolos durante un
año.
El siguiente ejercicio es con la gestión de empleo, que definimos como:“La Ruta de Intermediación
Laboral es una propuesta pedagógica que reconoce a la población vulnerable como
sujetos de derechos, capaces de aportar al desarrollo socioeconómico de su
ciudad y a la construcción de una cultura de paz en el marco de la legalidad”.
En últimas lo que
pretendemos es transferir competencias y capacidades para que los
reincorporados se puedan desenvolver en el mercado laboral, por eso se hace
énfasis en lo pedagógico. Esto ha permitido tener un mejor nivel de colocación,
casi el doble de entidades públicas dedicadas a la búsqueda de empleos para
poblaciones vulnerables; pero lo que más nos congratula es que son muchos más
los que, habiendo pasado por nuestra ruta de empleabilidad, ha gestionado por
su propia cuenta un empleo. La ruta trabaja con desmovilizados, familiares y
comunidades de acogida; incluye la aplicación de instrumentos de
caracterización, aplicación de instrumentos especializados para identificar
competencias laborales, capacitaciones para las diferentes actividades de la búsqueda
de empleo, desarrollo de ferias de empleo con requerimientos puntuales de
empresas y perfiles específicos definidos de antemano, incentivos económicos de
la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, a los empresarios por
empleos dados, acompañamiento durante un año al empresario y al trabajador que
vinculamos. Miremos las cifras de un año de aplicación de la ruta: más de 2.000
hojas de vida recibidas, 845 vinculados a la ruta con aplicación de los
instrumentos, 120 con empleos gestionados por el programa y 200 con empleo
autogestionado después de recibir el proceso de atención.
Creo que los programas de reintegración al
transferir competencias al desmovilizado, la familia y la comunidad, impacta
también en la sociedad; esta es una forma de incidir sobre las fallas
estructurales de ésta, en el sentido en que, al lograr que los desmovilizados
adquieran autonomía para acceder a la
vida en sociedad en los aspectos económicos, sociales, culturales y políticos,
cierra el camino al uso de mecanismos marginales, ilegales, ilegítimos o
informales de su anterior experiencia. Igualmente se logra transformar la
actitud dependiente del estado en que comúnmente caen los procesos
asistencialistas. El proceso de atención debe ser integral y multidisciplinario
dado que busca la reconstrucción de los
proyectos de vida de los excombatientes y sus familias
Los programas de reintegración deben generar y
entregar recursos materiales, académicos, médicos para la salud del cuerpo y
del espíritu; espacios para la reconstrucción de la memoria y los derechos
jurídicos, espacios para la restitución de los derechos para las víctimas pero,
sobre todo, la posibilidad de reconstruir el vínculo social fracturado por el
conflicto.
Hoy el mayor reto que tenemos es alcanzar una
sociedad como un solo espacio de convivencia, como una sola nación, con
mecanismos alternativos y legales para tramitar las múltiples diferencias, que
son lo común en estas sociedades posmodernas. Por ejemplo, para cumplir con la
ley de víctimas se necesita agenciar el encuentro entre todos los
desmovilizados con las víctimas dentro de los ejercicios de reparación y, sobre
todo, para alcanzar compartir la sociedad como un espacio común. A pesar que
los teóricos aún no lo logran encontrar cómo, la experiencia en el PAPDRB es
que cotidianamente los reincorporados se reencuentran con las víctimas; tenemos
experiencias en los que entre ellos mismos crean empresas, participan en
organizaciones sociales, se organizan en familias.
Esto incluye obviamente reafirmar la necesidad de
la verdad, la justicia y la reparación para alcanzar una real reconciliación;
en el caso concreto de los perpetradores de crímenes violatorios al Derecho
Internacional Humanitario, DIH, se hace indispensable la aplicación de la justicia,
además de la verdad y la reparación. Quiero plantear una cuestión polémica,
muchos programas que tratan el tema de verdad, justicia y reparación están
enfocados fundamentalmente a saldar una deuda con el pasado, con mucho énfasis
en la reparación monetaria; lo que quiero afirmar es que, es necesario plantear
al mismo tiempo cómo lograr a futuro el “encuentro” entre contrarios, entre las
víctimas y los desmovilizados para una vida en común dentro de una sociedad
democrática.
Creo que
la reincorporación en clave de reconciliación prepara a los desmovilizados para
otro choque, para enfrentar las condiciones de vida de la sociedad colombiana,
una sociedad fracturada, desigual, con pocas oportunidades, donde hay que
luchar a brazo partido para superar a los otros en el ascenso social, donde se
ha perdido la solidaridad, con unos estándares de éxito definido con unos
criterios basados en la acumulación, donde prima la desesperanza. De dónde
viene el excombatiente: de organizaciones que le solucionaba el diario
subsistir, al pertenecer a una organización cerrada, ésta le dictaba todo lo
que tenía que hacer, diluyendo al individuo en el colectivo, con una ausencia
casi total de autonomía, mientras la sociedad a la que llega es,
primordialmente, individualista. De un espíritu profundamente colectivo, de
cuerpo, de las organizaciones armadas a prácticamente sálvese quien pueda en la vida, en esta sociedad. Este tal vez es
el obstáculo y reto más grande, preparar al desmovilizado a una nueva forma de
vida colectiva en una sociedad democrática; con todo lo que esto implica, en
las múltiples materias que requiere la reintegración en temas como educación
formal, capacitación para el trabajo, la
vida en sociedad, reconstrucción de proyectos de vida.
Se necesitan elevados componentes en cultura de
convivencia y paz, en modelo pedagógico, en sentido de construcción de nación,
en reconciliación, para apuntar a la solución de los problemas estructurales de
Colombia, para cumplir con lo que afirma el CONPES 3554, en cuanto a la
política de estado para la reintegración: “reconciliación implica reconocer y
reflexionar sobre el pasado para construir un futuro común. Además, aceptar las
diferencias y forjar actitudes como la tolerancia y el respeto por el otro”.
Gracias,
Ildelfonso Henao
Coordinador del Programa de Atención al Proceso de Desmovilización y
Reintegración en Bogotá.